Los comicios presidenciales están a 2 meses de suceder y el panorama es el siguiente:
El presidente/candidato del partido mal llammado "oficial" u "oficialista" luego de salir de lo que los medios anunciaban como un cáncer terminal recorre en una carroza los pueblos y ciudades que considera, insultando al candidato "opositor", ligándolo al turbio pasado político del país, amenazando a la población con suposiciones atemorizantes de lo que podría suceder de no ganar las elecciones y prometiendo lo mismo que ha prometido desde que ganó por primera vez unas elecciones presidenciales.
El candidato de la "unidad democrática", nombre que se ajusta únicamente al método de selección del participante para las elecciones, más no a una verdadera condición de unión de los partidos políticos, lleva al menos 2 meses reccoriendo toda Venezuela en un autobús, comiendo como invitado en las casas de la gente que visita, caminando por cuanta calle ha podido, intentando comunicarse con la mayor cantidad de personas de cualquiera de los bandos, con un mensaje de unión y aceptación social, con planes de acción, con ideas coherentes para un país que necesita ser rescatado de la peor etapa de su existencia, con un equipo cerrado de profesionales avocados al triunfo electoral, pero que en su discurso, no termina de enamorar a aquellos que han sido hipnotizados por el candidato anterior a fuerza de limosnas y promesas.
Por otro lado está la población. Que de un lado y de otro siguen siendo secuestrados por el mismo hampa, siguen siendo asesinados por los mismos delincuentes, siguen sufriendo la misma inflación, siguen adquiriendo un super-ultra-mega-endeudamiento económico (porque las deudas de un país pertenecen a cada uno de sus habitantes) y siguen viendo en un país podrido en todos sus niveles: desde el matraqueo de fiscales, hasta la corrupción de los diputados, magistrados y todo el tren ministerial, además de las no tan "presuntas" vinculaciones de todos los entes gubernamentales con el narcotráfico.
En cuanto a las expectativas de los resultados, tanto las encuestas como la opinión general me dan la percepción de no haber cambio de presidente en estas elecciones, a no ser que se muera antes de llegar al día decisivo, sin embargo, aún habiendo cambio, no estoy muy convencido de que al cambiar de presidente cambiará la suerte de este país. Hará falta mucha honorabilidad, rectitud, honestidad y tesón por parte (principalmente) de las nuevas generaciones de mandatarios para que no perduren los vicios que hasta ahora, son tan comunes en nuestra sociedad.
¿Hay esperanza?, pues es lo último que se pierde. Ahora, la pregunta correcta es: ¿Hace falta que quede únicamente la esperanza para que actuemos distinto?
Saludos,
D.
P.D.: perdonen la insistencia en el tema, pero creo que hace falta.
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